NO DOGMÁTICOS…
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NO DOGMÁTICOS…

NO DOGMÁTICOS…

Si aceptamos que “los dogmas son un fundamento o punto capital de todo sistema”, como explica el diccionario de la Real Academia, es evidente que los masones aceptamos también ciertos “principios”, sin los cuales la Masonería no existiría, como son la capacidad evolutiva del Hombre, su interés por el descubrimiento y conocimiento de las verdades y su búsqueda del Amor, en sus diversas acepciones.


La esclerotización de las opiniones, tanto religiosas como filosóficas, en forma de dogmas intocables, señala siempre el final de trayecto de la búsqueda y los ritos masónicos están concebidos para todo lo contrario… Una Masonería sin Rito no sería concebible y, de hecho, ni las entidades masónicas que se consideran a sí mismas más liberales osan erradicar los rituales, limitándose en algunos casos a modificarlos. El respeto de las formas rituales no convierte a un masón en dogmático.


Por otra parte, es evidente que los rituales existentes practicados en las logias del siglo XXI fueron originariamente compuestos por Hermanos que se proponían recoger una tradición iniciática ancestral cuyos referentes eran determinadas revelaciones “divinas” respecto a la naturaleza humana y a la existencia del Hombre en un universo creado por esa voluntad divina. Teología judeo-cristiana y Filosofía figuran así estrechamente vinculadas en el paradigma cultural que reflejan, sin duda, los llamados “altos grados” de nuestros rituales.


Pero la simbología fundacional de los únicos dos primeros grados masónicos se centró en la doble aspiración, profesional y ética, de los constructores edilicios medievales. El aprendizaje del oficio de constructor requería y requiere, en primer lugar, una vocación profesional “artística”, en la que han de confluir conocimientos técnicos e intuición analógica para la realización de una obra colectiva en fraternidad.


El primer grado subraya la necesidad del autoanálisis, del conocimiento progresivo de uno mismo como premisa para el conocimiento de los demás y de la naturaleza: “CONÓCETE A TI MISMO”.


El segundo grado nos invita a profundizar cuanto nos sea posible en ese conocimiento a través de las ciencias utilizando utensilios-prótesis simbolizados por la plomada, la escuadra, la regla, etc. y subrayando nuestro compromiso con el propósito de fraternidad universal masónico que ha de patentizarse en nuestro comportamiento dentro y fuera de nuestros talleres. La ética masónica ha de ser consecuente con ese propósito de Fraternidad.


@Autor: Amando Hurtado

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