HUMANIDAD: HOMBRES Y MUJERES…

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Sol y Luna son dos símbolos asumidos por nuestra metodología ritualizada en todas sus versiones. En todos los Ritos (métodos de trabajo masónicos tradicionales) figuran ambos cuerpos celestes como símbolos respectivos del día y de la noche, especificándose a menudo en sus catecismos una descodificación que atribuye al Sol la representación de la masculinidad, “puesto que produce la luz y el calor”, aludiendo a la Luna como femenina porque “refleja la luz solar”. Se trata así de dar una cobertura esotérica al sistema patriarcal subyacente...”La primacía del hombre sobre la mujer parece corresponder al orden cósmico querido por el Eterno”.

La mecánica dialéctica que rige las relaciones entre el consciente y el inconsciente es la misma en todos los pueblos - como lo son la circulación de la sangre o la respiración - y los particularismos étnicos, coyunturales en cada grupo humano, son a los símbolos lo que las peculiaridades semánticas son a las palabras: “Existe una gramática universal de la expresión del inconsciente que subyace en la gramática universal del lenguaje como utensilio de expresión consciente”, nos decía el querido maestro Daniel Beresniak.

Ante un símbolo, la pregunta clave a formular es la de su validez universal. Las palabras que designan el Sol y la Luna son respectivamente de género masculino y femenino en nuestras lenguas latinas, pero no ocurre lo mismo en otras: en alemán se invierte el género de cada una de ellas y en hebreo ambas son masculinas. Señalaba Carl G. Jung, que “toda tentativa de elevarse a un nivel de conciencia superior está asociada simbólicamente a la imagen del hermafrodita” y que el del hermafrodita es un mito universal, recogido en el libro del Génesis bíblico, según el cual todos los animales fueron creados macho y hembra a la vez.

La discriminación de las mujeres carece de justificación filosófica. Corresponde a una educación profana, en el contexto de una sociedad patriarcal. El auténtico Conocimiento es universal y abierto a todos sin distinción sexual. En esto, como en todo, el miedo a la diferencia suele ser síntoma de pobreza mental, puesto que en la psique humana han de poder actuar equilibrada y conjuntamente los aspectos que Jung designara como anima y animus, conjugando lo masculino y lo femenino que anida en toda persona.

@Amando Hurtado

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