HISTORIAS DEL CORONAVIRUS | MICRORRELATO IRREVERENTE: LA VISITA
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HISTORIAS DEL CORONAVIRUS | MICRORRELATO IRREVERENTE: LA VISITA

HISTORIAS DEL CORONAVIRUS XXVIII | MICRORRELATO IRREVERENTE: LA VISITA | CAPÍTULO 1º

(Ruego a las mentes sensibles que se abstengan de su lectura)


La Tenida apenas había comenzado cuando sonaron tres golpes secos rítmicamente espaciados. Alguien estaba llamando a la puerta.

― Querido hermano guardatemplo, por favor, salga a ver quién osa interrumpir nuestros trabajos... ―le indica el Venerable Maestro con un gesto de suficiencia.

Tras salir de la estancia, el guardatemplo vuelve a entrar con la cara descompuesta.

― Venerable Maestro, una persona quiere acceder al templo, viste túnica blanca y parece no tener cabeza; en su lugar, dispone de un enorme triángulo dorado con un solo ojo ―acierta a decir de manera entrecortada el hermano guardatemplo, quien no puede ocultar su temor ante tan extraño ser.

La misteriosa visita accede a la sala flotando, a medio metro aproximadamente del suelo, y se para junto al altar de los juramentos.

― ¡Dios santo, es el mismísimo GADU! ¡Sabía que vendría a visitarme durante mi veneratura, lo sabía! ―clama en voz alta el Venerable Maestro, al que su ego le hace ver factible lo sucedido.


Queridos hermanos, éste, a quien tenéis delante de vuestros ojos es el auténtico Jefe de la Masonería.

― Di, mejor, la auténtica Jefa de la Masonería ―responde tan singular personaje a la vez que se desprende de la enorme capucha en forma de triángulo, dejando caer su dorada melena sobre la túnica blanca.

― ¡El GADU es una mujer! ―grita horrorizado el hermano Orador tras tan sacrílego descubrimiento.

― La GADU, se dice la GADU... ―responde ella mientras recorre con su mirada los atónitos rostros de los asistentes.

― ¡Pero esto es terrible! ¿Qué sucede entonces con la sacrosanta regularidad? ¡Llevamos siglos prohibiendo acceder a la mujer a nuestros templos! ―pregunta entre sollozos el Segundo Vigilante.

― La verdad es que me reía mucho imaginando este día...

― ¡Pues en esta logia no tenemos servicio para señoras! ―exclama un hermano escondido entre las columnas.

― Ya, ya me di cuenta... Por eso tuve que orinar en la Cámara de Reflexión antes de entrar ―responde la GADU, intentando escudriñar quien fue el hermano que se atrevió a realizar tan impertinente comentario. 😀, in, Tartesso López.


Bravo, amigo.


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