¡CUIDADO CON LOS INTÉRPRETES !
UN “MAESTRO DEL SILENCIO”....
@Amando Hurtado
R.'. L.'. IBERIA FRATERNITAS DA G.'.L.'.N.'.P.'.
Amando Hurtado (centro)
Según un antiguo cuento de la tradición Zen, hubo un monje que se hacía llamar “Maestro del Silencio”. En realidad, se trataba de un impostor que imaginó un subterfugio para vivir de las limosnas que le entregaban sus visitantes, a los que sólo recibía los días impares, cómodamente sentado sobre cojines, limitándose a guardar silencio absoluto. A su lado, dos compadres hablaban por él...
Una mañana, un monje peregrino, atraído por la fama de aquel Maestro del Silencio, se presentó en el convento un día que no era de visita y los dos acólitos intérpretes no se hallaban junto a él. El peregrino se aproximó al Maestro y le preguntó qué significaba Buda. En aquella situación inesperada, el supuesto Maestro del Silencio se agitó buscando con la mirada a sus ayudantes ausentes...
El peregrino, aparentemente satisfecho, inclinó la cabeza y formuló una nueva pregunta: Maestro del Silencio ¿qué es el Dharma?. Sin saber qué hacer, el impostor elevó sus ojos al cielo en busca de inspiración...
El peregrino volvió a inclinar la cabeza respetuosamente y preguntó al Maestro qué era la “gracia”. A lo que el Maestró se limitó a abrirse de brazos, incapaz de responder. El monje peregrino inclinó su cabeza ante él tres veces y se retiró...
En el camino de regreso a su convento, el peregrino se cruzó con dos monjes que marchaban en dirección opuesta. Saludándoles, les dijo:
¡Hermanos!, seguramente vais a presentar vuestros respetos al Maestro del Silencio. ¡Qué pozo de sabiduría! A lo largo de mis numerosos viajes nunca había yo encontrado a nadie igual.
Cuando le he preguntado qué es esencialmente el Buda ha vuelto su mirada hacia el este y el oeste queriendo decirme que los hombres buscamos el Buda en donde no se encuentra.
Cuando le he preguntado por el significado del Dharma me ha respondido elevando sus ojos al cielo y bajándolos hacia el suelo, a continuación, haciéndome comprender que el Dharma no establece diferencias entre ricos y pobres, siendo igual para todos.
Y cuando, por último, le he preguntado qué es la gracia él ha separado sus brazos, con las manos abiertas, manifestando que la gracia es una bendición impartida generosamente a los hombres para guiarlos en la vida.
¡Ay, hermanos! ¡Qué gran sabio es el Maestro del Silencio!.