La Impunidad Continúa: La Violencia Doméstica en Portugal y la Inacción Judicial.
La madre de Rogério nunca salió de casa. Tal vez porque él era demasiado pequeño para tener el coraje de pedírselo.
A los 8 años se convirtió en huérfano de madre y de un padre vivo, autor confeso del crimen.
El sistema judicial parecía pasar por alto una y otra vez estos casos.
Las leyes de protección no se aplicaban, y la impunidad continuaba su devastador camino.
Las historias de sufrimiento, como la de Rogério, resaltan una dolorosa verdad: la falta de diligencia en la protección de las víctimas de violencia doméstica en Portugal.
La violencia manifestó sus primeras señales en la escuela.
Rogério reprobó una vez en la escuela primaria, pero los profesores pensaron que la falta de interés se debía a la falta de recursos económicos.
No entendían que no era falta de interés, era sufrimiento.
"En aquel tiempo, todavía se decía que los asuntos de marido y mujer no concernían a nadie más. Y que en una casa donde no hay pan, todos discuten y nadie tiene razón".
Era más inquieto que los demás, más agresivo, no hacía las tres comidas al día. Llegaba a la escuela y pasaba el tiempo de clase tirando papelitos a sus compañeros, y si no había pelea en los recreos, él la iniciaba.
Quedaba castigado en los tiempos libres o apoyado contra la pared durante las clases.
Y un día, Rogério no llegó tarde a la escuela, como era costumbre.
Ese día no fue. Estaba en casa, sentado en el suelo de la cocina, abrazando sus rodillas. Su madre yacía junto a él. "Me llevó mucho tiempo hablar de esto".
Fue a vivir con sus abuelos maternos después de enterrar a su madre, pero no dejó de tener contacto con su padre.
"Mi abuela me llevaba a verlo a la cárcel, decía que era mi padre y que tenía el derecho de verme." Rogério nunca preguntó si era un derecho impuesto por la Justicia o si era un derecho heredado por la sociedad.
En casa, entre él y sus abuelos, padres enlutados por una hija que murió muy joven, había un vacío.
"Pasamos mucho tiempo sin vernos y luego, de repente, su hija murió y fui a vivir con ellos."
Abuelos al estilo antiguo, devastados por la tragedia, criaron a Rogério con la austeridad de antes.
En la escuela, el niño se rebelaba.
"En cuanto llegué al ciclo preparatorio, iba a la escuela pero no a las clases. Hacía todo lo que me decían en casa que no hiciera, como fumar. Era un escape. Pensaba que si mi padre me había quitado a mi madre, si mi abuelo me golpeaba con el cinturón, entonces podía hacer todo."
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