Crisis en la Masonería de Barcelona por una Polémica Operación Inmobiliaria
La Gran Logia de España (GLE) se encuentra en medio de una crisis significativa en Barcelona debido a una controvertida operación inmobiliaria para adquirir una nueva sede.
Esta rama de la masonería regular, vinculada a las poderosas logias inglesas, ha mantenido su sede durante casi 50 años en un local de Gran Via, cerca del paseo de Gràcia.
La parte trasera del local se ha integrado al espacio de restauración de El Nacional, pero sigue siendo suficiente para las actividades de las 17 logias que coexisten en este espacio.
Sin embargo, algunos dirigentes de la GLE propusieron la compra de un nuevo local, lo que desató la oposición de los masones.
La controversia alcanzó su punto máximo cuando Rubén Argemí, Gran Maestre Provincial de Catalunya, presentó su dimisión tras la oposición masiva de los afiliados catalanes.
Una Reunión Tensa
El pasado 3 de abril, Metrópoli reportó una reunión tensa a la que asistieron unos 65 afiliados.
En esta reunión, se explicaron los detalles de la operación inmobiliaria.
La cúpula de la masonería había fijado su interés en un local en el barrio de La Sagrera, en la calle de Pacífico, cerca del parque de la Pegaso.
Este local, con una superficie de 1.400 metros cuadrados distribuidos en tres plantas (incluyendo un altillo), estaba destinado a ser la nueva sede.
El coste total de la operación asciende a casi 1,5 millones de euros, de los cuales 900.000 euros se pagarían en efectivo y los 600.000 euros restantes se financiarían mediante una hipoteca bancaria a 15 años.
Actualmente, la GLE paga 5.000 euros mensuales de alquiler por el local en Gran Via, más IVA, y otros 1.000 euros por un piso adicional utilizado como oficinas.
La nueva hipoteca supondría un pago mensual de 4.000 euros más.
Además, la reforma del nuevo local tardaría alrededor de un año, lo que incrementaría el desembolso mensual combinado entre alquiler e hipoteca a más de 12.000 euros durante ese periodo.
Implicaciones Financieras y Futuro
Esta propuesta de traslado ha generado un considerable malestar entre los afiliados, quienes consideran que el gasto es excesivo y podría poner en riesgo la estabilidad financiera de la organización.
La dimisión de Rubén Argemí destaca la profundidad de la división interna respecto a esta decisión.
La Gran Logia de España enfrenta ahora el desafío de encontrar una solución que satisfaga a sus miembros y asegure la viabilidad económica de la logia, mientras mantiene su compromiso con la historia y los valores de la masonería catalana.
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